El teñido de textiles con tintes naturales es una actividad milenaria en la entidad mexiquense, al utilizar cortezas, flores, tallos, minerales o insectos para obtener diferentes colores, y un claro ejemplo es la grana cochinilla, de la que se obtiene el púrpura carmín.
La especie silvestre grana cochinilla es una plaga del nopal que fue domesticada en tiempos prehispánicos y, actualmente, productores mexiquenses la siguen cultivando.
Durante la Colonia incrementó la producción, con la introducción del ganado ovino para crear nuevas técnicas y elaborar vestimentas como una parte fundamental en la vida civil y religiosa de los pueblos indígenas, otorgando un estatus entre las jerarquías.
Hasta la fecha, diversas familias artesanas se dedican a preservar y fomentar la práctica del teñido a partir de este colorante con técnicas que han sido heredadas por varias generaciones. Principalmente se utiliza para teñir ixtle, algodón y lana.
La extracción del tinte depende mucho de la muerte y secado del insecto, después se procede a moler ya sea en metate o mortero hasta obtener un polvo para poderlo mezclar con agua hirviendo.
Dependiendo el material es como se utiliza el fijador que comúnmente es alumbre o sales. Con la grana cochinilla se puede obtener una variedad de colores desde rojos, guindas, naranjas y rosas.
Los principales productores de grana cochinilla se ubican en el municipio de Nopaltepec, y es utilizada por artesanas y artesanos que se dedican al textil en Ixtlahuaca, San Felipe del Progreso, Villa de Allende, Tianguistenco, Xonacatlán, entre otros.
Así, dan color a prendas como el quexquémetl que es tejido en el telar de cintura, bordados mazahuas, morrales de ixtle, suéteres y prendas de lana como gabanes y sarapes.
Con información de AMXNoticias